El pensamiento ocultista y el esotérico diversifican su oferta para llegar a más público a través de las redes sociales, incluso produciendo miniseries. Pero el peligro acecha tras propuestas que se ofertan como benéficas.
Bajo la apariencia de mensajes positivos y recursos de ayuda calificados como ‘terapéuticos’ o benéficos, las redes sociales de Internet están plagadas de contenidos que trastocan creencias y que pronto se transforman en muy populares. La realidad es que son potenciados por las propias plataformas o “Apps” que los albergan o por miríadas de “Bots” -creados y manejados por profesionales pagados- que los viralizan, hasta lograr que millones de personas de todas las edades adhieran a esos contenidos y los repliquen.
Así por ejemplo validaron en su momento las ideas del libro El Secreto que promueve la llamada “ley de la atracción”; afirmando a sus técnicas como la panacea para alcanzar prosperidad material o fortuna en el amor… Anhelos que penetran fácil en las mentes de un público que al principio consume la información con curiosidad y hasta con diversión; pero que acaba absorbiendo, sin darse cuenta, un pensamiento mágico y una doctrina esotérica.
La trampa de la facilidad
Una de las razones del éxito de estos contenidos pseudo terapéuticos y bien publicitados, es su apariencia sencilla, al alcance de la mano de cualquiera (literalmente: a golpe de clic): ya no hace falta hacerse discípulo de un gurú, acudir a reuniones o rituales, formar parte de un grupo de iniciados o leer textos complejos. Todo es mucho más fácil: basta con seguir paso a paso lo que indican los vídeos en TikTok o YouTube, escuchar audios de un podcast o seguir las publicaciones de un influencer – “neo gurú espiritual” – en Instagram. Si a esto sumamos los comentarios que replican medios digitales de la farándula, el éxito de penetración en las masas está asegurado.
Veamos un ejemplo concreto y actual. La frase fuerza –que aparece de repente (bien posicionada por los ‘bots’) en una red social– es la siguiente: “Eleva Tu Frecuencia De Vibración Para Alcanzar Tus Objetivos De Vida” (así, con estas llamativas y molestas mayúsculas iniciales). Para hurgar en las necesidades o problemas del cliente potencial, se añade lo siguiente: “Una técnica única que te ayudará a salir de ese bucle de lucha interminable en el que estás”. Y te aseguran que es gratis (al principio, claro). Muchos se dejan atraer por el señuelo: sólo piden nombre y correo electrónico… ¿Qué se pierde con probar?, dicen muchos.
La oferta es de clases en directo, dos días, donde aseguran enseñar “cómo empezar a materializar, desde ya, cada uno de los objetivos que visualices en tu Vision Board o tablero de sueños, elevando tu frecuencia de vibración”. Sus responsables, que se muestran felices y autorrealizados gracias a su propia técnica, aseguran que “tu cuerpo tiene memoria, y esa es la causa de que no avances y vivas en bucle”. Por eso ofrecen -dicen- “la técnica única que hackea amablemente tu mente y te permite acceder a esa memoria inconsciente, para eliminar los patrones, bloqueos y creencias que te están limitando”.
Toda esta publicidad está aderezada en este caso concreto –y es el procedimiento habitual– con dos argumentos de mucho peso en el universo digital: por un lado, una multitud de reseñas positivas (seleccionadas, por supuesto) de usuarios más que agradecidos y alucinados por lo que han conocido y mejorado; por otro lado, las supuestas apariciones en medios de comunicación de prestigio (muchas veces sin enlaces que lo puedan demostrar). Con todo esto, muchos caerán en la trampa.
Creencias limitantes, reseteo… o el riesgo sectario
Pero volvamos a esa atrayente afirmación de “eliminar los patrones, bloqueos y creencias que te están limitando”. Se trata de uno de los argumentos más utilizados en la actualidad en el entorno de la New Age (Nueva Era) y con consecuencias más negativas en las vidas de las víctimas de grupos sectarios y gurús sin escrúpulos. Efectivamente: es el pretexto para inducir a una ruptura con las creencias, ideas y valores sostenidos hasta el momento y, en muchas ocasiones, también para desvincularse de las relaciones sociales anteriores, incluyendo la propia familia.
Los gurús de la Nueva Era acostumbran a llamar “creencias limitantes” a todo lo que los individuos han recibido en la educación o a lo que han adquirido en su proceso de maduración y crecimiento. Cualquier idea, convicción o persona que le estorbe en su estrategia de adoctrinamiento y manipulación es tachada de tóxica, errónea o “de baja vibración”. En resumen: “limitante”. Es decir, lo que provocaría -según ellos- tus problemas, dificultades, bloqueos, sufrimientos… y, en ocasiones, hasta enfermedades.
Siguiendo este razonamiento capcioso, los “maestros espirituales” (aunque a veces se presentan como simples mentores de vida, acompañantes, coaches motivacionales, terapeutas o cualquier otro título ajeno a lo espiritual) proponen la solución lógica: el “reseteo” o construcción de una nueva personalidad, dejando atrás las creencias, ideas, valores o personas del pasado. Así se comenzará una nueva vida: aparentemente, escogida libremente por el sujeto, que se “empodera” y toma las riendas de su existencia; pero, en realidad, condicionada o influida fuertemente por el gurú, que ha utilizado con habilidad las técnicas de persuasión coercitiva, ya sea en grupo, ya sea personalmente.
El reclamo de lo “consciente”
La frase publicitada “eliminar los patrones…” que acabamos de analizar, proviene de una web llamada “Manifestación acelerada”. Esta incluso añade el dibujo de un átomo, lo que puede dar impresión de algo “científico”. Sus responsables, Nacho Muñoz y Sara Duarte, tienen otras páginas web con títulos semejantes, como “Materialización acelerada”. El uso repetido de la palabra “acelerada” como adjetivo, da la idea de una solución rápida a los problemas personales, un gancho apetecible para muchos.
¿Cómo dicen que se logra todo esto? Siguiendo las enseñanzas de los gurús, que se basan en la “respiración consciente” o, más concretamente, en su personalísima versión, un método creado por ellos mismos: la hipno-respiración conectiva. Como siempre, hay un testimonio que legitima la pseudoterapia inventada: “en un momento crítico de nuestro propio desarrollo de vida, descubrimos la herramienta de la respiración consciente y tuvo un impacto brutal y positivo”.
Para encontrar su hueco en el mundo del desarrollo personal –New Age en la inmensa mayoría de sus ofertas–, han fundado el Instituto de Respiración Consciente. Y hasta ofrecen una miniserie de 4 capítulos que “puede ayudarte a conectar con tu Ser y elevar tu vibración”. Ese “Ser” que citan con mayúscula es algo común en el esoterismo contemporáneo, ya que remite a un potencial ilimitado del ser humano, que sería capaz de hacer lo que se propusiera si conociera su verdadera identidad, que sería divina. Un endiosamiento atrayente y engañoso, la trampa diabólica permanente del pensamiento mágico.
La letra pequeña del engaño
Para evitar posibles demandas por estafa publicitaria o productos que no tienen resultados reales, los líderes del Instituto de Respiración Consciente añaden en la parte inferior de sus páginas web unos avisos (en letra pequeña) para descargarse de responsabilidades. Unos avisos que contradicen en gran medida lo publicitado en la letra grande, la que entra por los ojos en su estrategia de mercadotecnia digital.
“No creamos ni promovemos productos para cambiar de vida de las personas de la noche a la mañana”, escriben, llevando la contraria a esa rapidez que insisten en poner como característica de la manifestación o materialización. Continuamos leyendo: “Tampoco podemos prometer resultados y advertimos que nuestros resultados o los resultados de testimoniales no son resultados típicos y no significa que quien contrate nuestros productos o servicios pueda conseguir resultados similares”. Reconocen así la verdad: han seleccionado sólo las mejores reseñas, las de personas en fase de enamoramiento con el grupo y sus gurús.
La última de las afirmaciones es muy significativa: “Es posible que no consiga ningún resultado, especialmente si no pone en práctica lo que aprende”. Se trata de un razonamiento común en los grupos sectarios: si se anuncia algo maravilloso y finalmente no sucede, la culpa es de la víctima del engaño, no del engañador. El adepto no habrá hecho lo suficiente, o lo habrá hecho mal. De manera que el fracaso o la decepción no sirven para cuestionarse la permanencia en el grupo o el seguimiento del gurú, sino, al contrario, para apretar las tuercas del mecanismo de persuasión coercitiva mediante la culpa y un sometimiento mayor.
La perspectiva cristiana
Todo esto no sólo repugna a la racionalidad, como prácticas mágicas sin fundamento alguno en la realidad de las cosas y con claros riesgos para la integridad de la persona, sino que también se opone a la fe cristiana, que contempla estos reclamos como mera superstición, sin que este adjetivo reduzca un ápice su valoración negativa. Superstición como pecado grave contra el primer mandamiento del Decálogo, que ordena dar culto sólo a Dios, y no a otras realidades propuestas por el ser humano, ya sean materiales o espirituales.
Lo que vemos en las propuestas de materialización o manifestación no es otra cosa que una muestra más del pensamiento mágico. Y, por mucho que algunos piensen que es lo más parecido a las creencias religiosas, en realidad es lo más opuesto: la fe cristiana supone la confianza en la voluntad de Dios y en su poder, sin querer “utilizar” a Dios para los propios intereses. En las diversas versiones de la New Age lo que se hace es descubrir o conseguir el poder para uso y disfrute de la persona, con la convicción de tener una naturaleza divina o un potencial sobrenatural ilimitado. De ahí la popularidad actual de la ley de atracción o cualquier modalidad del pensamiento positivo que -aunque es un engaño- afirma: lo que está en tu mente acaba haciéndose realidad.
Frente a esto, el Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que “todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión” (n. 2117).
Algunos dirán: ¡qué exageración! Parecería que no es aplicable lo dicho en el Catecismo para cosas tan inocuas como la respiración consciente, la materialización o la manifestación. Sin embargo, son expresiones del mismo pensamiento mágico, que pretende modificar la realidad desde parámetros irracionales, sólo desde un deseo personal y sin una acción que de verdad vaya a cambiar realmente lo que pasa, cuando puede hacerse.
Fuente: Portaluz. Luis Santamaría del Río