Fue una ‘sex symbol’ y hoy afirma ser el ‘Cristo femenino’

Publicado en: PERSONAJES

Sofia Hayat

“Soy la encarnación de Quan Yi, el Cristo femenino, María y la diosa Isis. Soy la madre y la hija de Dios, de la Santísima Trinidad. Quiero difundir la verdad de quiénes somos y de cuál es nuestro propósito en la vida. Es el tiempo de despertar y vivir la verdad”.

 

 

Los medios de comunicación y, en especial, los dedicados a los temas “del corazón” o la llamada “prensa rosa”, publicaron a destajo el año 2016 detalles de una peculiar conversión. Pero eran abiertamente falsos al titular sobre el hecho: “De actriz de Bollywood y ‘sex bomb’ a monja”; “Adiós a su prometedora carrera en el cine para ser monja” … y así hasta llegar a uno que decía: “Del cine a misa”.

 

¿De quién se trata? La protagonista de estas noticias era la actriz británica Sofia Hayat, de 31 años, que ha trabajado en más de una decena de series televisivas y en media docena de películas en la década del 2000. Tiene ascendientes indios y su familia es musulmana, algo importante para lo que veremos. Popular por haberse realizado implantes de silicona en sus pechos y aparecer con poca ropa, ha sido incluida en algunos listados de las “mujeres más sexys del mundo”.

 

Una curiosa “conversión”

 

De repente, algunos medios de comunicación empezaron a informar de un cambio radical en el estilo de vida de Sofia. ¿Resumen de la noticia? Que la voluptuosa actriz británica había decidido hacerse monja –abrazando así la vida contemplativa–, diciendo que no volvería a tener relaciones sexuales y afirmando que se había quitado los implantes mamarios. En las fotografías que difunde ella misma a través de las redes sociales de Internet podemos verla ataviada con un velo y en posturas de oración y meditación.

 

Sin embargo, cuando uno se fija en las fotografías ya se da cuenta de que algo no funciona bien. Y se descubre enseguida que no se trata de una monja católica, ni siquiera cristiana. Sus poses junto a estatuas de Buda, sus medallones con el símbolo “om” y otros elementos nos lo demuestran. Así que los medios ya han jugado con la ambigüedad, como mínimo, para mostrarla como una “monja”, confundiendo a los lectores.

 

Una monja… ¿reiki?

 

Visto esto, cualquiera podría pensar que estamos, entonces, ante una conversión al hinduismo o al budismo, por la que Sofia Hayat habría abrazado alguna forma de consagración y de vida célibe. Pero la lectura detallada de las noticias publicadas nos da un dato fundamental. Así lo cuenta, por ejemplo, el medio La Raza: la actriz habría descubierto “su verdadera vocación… durante una sesión de reiki, una técnica japonesa que consiste en la imposición de las manos sobre el cuerpo para intentar curar dolencias y alcanzar un estado de equilibrio”.

 

Así que nada de religiones orientales. Simplemente una nueva conversión, como tantas otras –y con mucha frecuencia en los famosos y personas del mundo del espectáculo–, a la Nueva Era (New Age), un ámbito sincrético y difuso en el que prima “lo espiritual” y no lo religioso, al margen de cualquier mediación institucional.

 

El nuevo nombre que ha elegido para presentarse al mundo es el de “Madre Gaia Sofia”, por lo que agrega un término –Gaia– que gusta mucho a la Nueva Era para referirse al planeta Tierra como un ser vivo, como una divinidad femenina. Por supuesto, ninguna referencia a Dios ni a Jesucristo, de manera que se demuestra la falsedad de la afirmación que encontramos en varios medios de que “se ha convertido ahora al cristianismo”.

 

“Soy el Cristo femenino”

 

Éstas son algunas de sus palabras recogidas por el diario The Sun: “nunca había mostrado demasiado interés por la espiritualidad, pero cuantas más sesiones hacía [de reiki], más encontraba la paz espiritual. Me empecé a cuestionar si habría otro camino para mí y empecé a estudiar reiki y meditación”.

 

En cuanto a los efectos de este cambio de vida, Sofia Hayat ha afirmado: “en julio del año pasado (2015) terminé mi relación porque mi deseo sexual se había desvanecido. Decidí hacerme célibe. No sentía ninguna atracción física hacia nadie, así que me lo tomé como una señal de que debía dejar el sexo. En abril de este año me quité los implantes de pecho para poder volver a mi ‘yo’ real”.

 

El mensaje propio de la Nueva Era es claro. Entre otras frases espirituales que comparte en las redes sociales, recientemente escribió en Instagram: “no es una nueva orden del mundo la que está llegando, es una nueva Tierra… de paz, dicha, amor y unidad”.

 

Sus declaraciones no dejan lugar a duda. El pasado mes de mayo revelaba a The Times of India: “mi religión es la humanidad. No soy hindú ni católica. Sólo creo en el amor y en la unidad como mi religión”. Más allá de eso afirma cuál es su nueva identidad y misión: “dado que soy la madre santa, todos son mis hijos. Tengo que ocuparme de todo el mundo y asegurarme de que conozcan que no existe el infierno. Es en el cielo donde están viviendo”.

 

Unos días después, el 3 de junio, aseguró en una rueda de prensa: “soy la encarnación de Quan Yi, el Cristo femenino, María y la diosa Isis. Soy la madre y la hija de Dios, de la Santísima Trinidad. Quiero difundir la verdad de quiénes somos y de cuál es nuestro propósito en la vida. Es el tiempo de despertar y vivir la verdad”.

 

¿Qué es el reiki?

 

Lo que ha supuesto la “conversión” de Sofia Hayat es una de las técnicas de sanación energética y espiritual más difundidas en la Nueva Era. Se basa en la “energía vital universal”, y de ahí su nombre: “ki” significa energía vital, y “rei”, universal. Esta energía, que se puede emitir por las manos, tiene potencia sanadora. Porque en el fondo las enfermedades son, para los defensores del reiki, trastornos de naturaleza espiritual, no orgánica ni física. El objetivo es reequilibrar unas energías que se han desequilibrado.

 

Por supuesto que esta técnica está considerada pseudoterapia por los profesionales que se basan en parámetros científicos, y su validez no va más allá del conocido como efecto placebo. Joseph Chahoud, profesor de Física en la Universidad de Bolonia, afirma, refiriéndose tanto al reiki como a la pranoterapia: “tienen la pretensión de una base física en su aspecto microenergético: los centros de irradiación electromagnética, los flujos magnéticos y cualquier otra cosa que pueda interesar a la relación del ser vivo con el ambiente que lo circunda, a partir del terapeuta. La Física todavía permanece perpleja”.

 

En marzo de 2009, el Comité Doctrinal de la Conferencia Estadounidense de Obispos Católicos publicó un documento respondiendo a la preocupación por el tema del reiki. En él señalan que “la terapia reiki no encuentra apoyo ni en los hallazgos de la ciencia natural ni en la doctrina cristiana. Para un católico, creer en la terapia reiki plantea problemas irresolubles. En términos del cuidado de la salud física propia o la de los demás emplear una técnica que no tiene apoyo científico (ni siquiera plausibilidad) por lo general no es prudente”.

 

También explican los obispos de los EE.UU. que “existen importantes peligros. Para usar el Reiki, uno tendría que aceptar, al menos de forma implícita, conceptos claves de la cosmovisión que subyacen a la teoría reiki, elementos que no pertenecen ni a la fe cristiana ni a la ciencia natural. Sin justificación ni en la fe cristiana ni en la ciencia natural, no obstante, un católico que pone su confianza en el reiki estaría actuando en la esfera de la superstición, tierra de nadie que no es la fe ni la ciencia. La superstición corrompe la adoración personal de Dios, ya que conduce el sentimiento religioso personal y la práctica hacia una dirección equivocada”.

 

 

Autor: Luis Santamaría del Río