“Tenemos que enseñar a la gente cómo vivir totalmente, íntegramente, contra todas las enseñanzas de las religiones. Las religiones enseñan renuncia. Nosotros enseñamos alegría, celebración” pregonaba el líder de la secta, Osho, a sus seguidores.
Como los Rock Star, Osho, el gurú de postulados espirituales fundados en la anarquía respecto de cualesquier credo religioso o filosofía tradicional, no sólo acumuló y gozó éxitos y riquezas en vida (llegó a tener varias decenas de vehículos Rolls Royce), sino que ha generado millones de dólares en ganancias después de fallecer por insuficiencia cardíaca el 19 de enero de 1990 en Pune, su Ashram (ciudadela monástica) en India.
Nacido en India bajo el nombre Rajneesh Chandra Mohan su secta fue erradicada de Estados Unidos y perseguida por el gobierno de ese país bajo sospechas de estar preparando ataques biológicos, control irregular del poder político en el condado de Wasco (Oregón) y violación de las leyes de inmigración. Al respecto este año 2018 se difundió en plataformas digitales el documental “Wild, Wild, Country”, que aborda en seis episodios la vida y obra del famoso gurú.
Aunque falleció en 1990 sólo los más de 650 libros que refieren a él continúan generando año tras año millonarias ganancias que se disputan en Pune los líderes de la secta… pero que también benefician en el mundo incluso a católicos, propietarios de librerías que distribuyen sus obras.
Vistas esas contradicciones y la permanencia de sus postulados que con éxito permean las mentes y hacen perder rumbo a no pocos cristianos sedientos de probar nuevas experiencias espirituales, Portaluz entrevistó al sacerdote español, experto en sectas, Luis Santamaría del Río (Diócesis de Zamora, España) respecto de este particular líder de la New Age.
¿Es Osho líder de una secta?
Osho fue el líder de una secta mientras vivió. Fue un líder sectario de manual, y su grupo siempre estuvo en el centro de la polémica, tanto en la India (donde fue llamado el gurú del sexo) como en los EE.UU. (donde fue llamado el gurú de los Rolls Royce, por tener un verdadero parque móvil de estos coches de lujo). Precisamente en Oregon fue acusado de 35 delitos en los años 80. Fue considerado un manipulador y un charlatán, siempre un personaje controvertido.
¿Conoce usted de hechos que señalen a Osho y/o sus seguidores como perpetradores de delitos?
Algo que está ampliamente documentado, por poner un ejemplo, es el considerado primer ataque bioterrorista en los EE.UU., y que protagonizaron los dirigentes de la secta al provocar una intoxicación masiva en la ciudad de la que dependía su comuna para influir en las elecciones locales en 1985.
¿Osho un exponente modélico de la Nueva Era?
Desde luego que sí. Basta asomarse al apartado de libros de espiritualidad en cualquier superficie comercial del mundo, para encontrar como mínimo una veintena de títulos en los que destaca el nombre “Osho”. Es el representante de un orientalismo convertido en producto de consumo espiritual para occidente.
¿Cuáles son los ejes fundamentales de las creencias que propone Osho?
No se trata de una derivación sin más del hinduismo o del budismo (en su variante tántrica). En su sistema doctrinal destaca el sincretismo, la mezcla de diversos elementos tomados tanto de esas dos grandes tradiciones espirituales de Oriente, como del jainismo (del que procedía), de la mística sufí e incluso del cristianismo… Pero a Jesucristo lo despoja del carácter divino -como suele suceder en la Nueva Era-, presentándolo como un maestro espiritual más y reinterpretando sus dichos.
Para las enseñanzas que Osho promueve, y sus prácticas, no existe Dios como ser personal, ya que todo sería Dios. Existiría una ‘energía vital’, un alma cósmica que sostiene toda la realidad. Y el sexo sería -mediante las técnicas que él propone- un instrumento para pregustar la plenitud de la iluminación en cada orgasmo del individuo, asignándole un valor absoluto que reduce al ser humano a vivir en el egoísmo destructivo que se mira y complace en sí mismo.
En sus creencias no tienen ningún papel ni la razón ni la fe. Sin embargo, se refiere a su doctrina como “ciencia”, hablando de una ciencia objetiva (la ciencia de verdad) y una ciencia subjetiva, la ciencia de lo interior, que sería su enseñanza, que supera a todas las religiones. Mirando en general a su doctrina, podemos hablar de monismo o panteísmo: toda la realidad es una única cosa, todo es divino.
¿Por qué se cuestionan los postulados de Osho sobre Dios y el hombre?
El peligro está en que uno abre sus libros y se encuentra con máximas espirituales atractivas; referencias a Dios, a la paz interior. Pero… ¿de qué Dios se trata? Leo algo escrito por Osho: “Dios también es salvaje, más salvaje que el amor. Un Dios civilizado no es Dios del todo. El Dios de la iglesia, el Dios del templo es simplemente un ídolo… Si tú quieres encontrar a Dios, tendrás que estar disponible a la energía salvaje de la vida. […] Dios es el clímax, la culminación”. Esta generalidad empleada al hablar de Dios llega a un claro panteísmo en el que la persona se identifica con lo divino, como podemos observar en otro de sus libros, ´Amor y meditación´: “en la meditación tú te conviertes en Dios. La gente piensa que en la meditación verá a Dios. Esto es erróneo; no hay nadie a quien ver…”.
En cuanto a la antropología que resulta de todo esto. Para Osho, cada persona tiene la capacidad –por sí mismo, sin intervención de la gracia– de recibir la iluminación siguiendo sus prácticas. Sus propuestas generan disolución de la identidad personal… el ser humano carece de dignidad en sí mismo. Podemos verlo en algunas afirmaciones de Osho que defienden una cruel eutanasia infantil y un planteamiento eugenésico general: “Si un niño nace ciego, sordo, y no podemos hacer nada, y los padres están dispuestos, al niño se le debe enviar al sueño eterno”. Más adelante en el mismo libro dice que las personas en riesgo de concebir niños con defectos congénitos “no tienen el permiso de la existencia” de “correr el riesgo de recargar la tierra con un niño deforme, ciego”.
¿Por qué las creencias de Osho resultan más seductoras que las de otros líderes de la Nueva Era?
Existe una operación de marketing impresionante que ha sido capaz de sepultar el nombre antiguo del gurú, cubierto de acusaciones graves (como la violación de leyes de inmigración, adicción a sustancias y hasta un ataque bioterrorista), y, tras su muerte, reinventar la marca Osho presentándolo como un gran maestro espiritual contemporáneo. Ya sólo sus cambios de nombre nos dan una buena idea del personaje y la evolución de su imagen pública. Cuando nació en la India en 1931 lo hizo con el nombre de Chandra Mohan. Cuando creó su secta a comienzos de los años 70 se cambió el nombre por el de Bhagwaan Shree Rajneesh, que significa “Señor Dios”, proclamando así su ser divino, sin ocultarlo. Por fin, en 1989, un año antes de morir, se renombró como Osho, algo que decía que derivaba de “disolverse en el océano” y que en Oriente significaría “aquel sobre quien el cielo echa flores”.
El estilo de sus discursos, donde podemos encontrar su enseñanza, es desenfadado. Nada sistemático, era un orador que atraía, utilizando mucho las bromas y la provocación. Propone una espiritualidad a medida, hecha para el consumo fácil, sin mayores dificultades… algo que puede convencer a mucha gente. Una vez resumió sus diez mandamientos, y ojo a los tres primeros: “1. Nunca obedezcas ningún mandato a no ser que también provenga desde tu interior. 2. No hay otro Dios que la vida misma. 3. La verdad está dentro de ti. No la busques en otra parte”.
¿Qué tiene Osho para lograr seducir a tantos de occidente y oriente; a pobres y a ricos?
Una propuesta atractiva y aparentemente sencilla, que cada uno puede asumir sin mayores complicaciones, comprando un libro, viendo un vídeo, practicando unas técnicas de meditación… sin nada institucional, a la medida de cada uno. Su discurso “buenista” y de crecimiento personal atrae en los tiempos de éxito de la literatura de autoayuda.
¿Cuáles son las grandes mentiras que Osho y hoy sus seguidores inoculan con sus escritos, música, y otras expresiones de difusión?
Osho miente al identificar a Dios con la suma de las múltiples energías individuales existentes… borrándolo así del mapa. Osho miente sobre el hombre, suprimiendo su personalidad y disolviéndolo en la gran energía cósmica. Osho miente sobre la felicidad, poniéndola en la auto-adoración del ser humano, que rompe así su vinculación con el Dios trascendente y acaba dependiendo de las enseñanzas del maestro supremo, el mismo Osho. He aquí también el fondo sectario de la propuesta.
Entonces la máxima expresión del amor cristiano –que es la muerte en Cruz del Hijo de Dios para redención del género humano– se encuentra en las antípodas de la propuesta de amor que Osho defiende…
Para Osho uno de los pasos hacia el amor es “ser la nada”. Y, al final, el amor consiste en el sexo libre, libre de condicionamientos sociales, morales y religiosos, y libre de todo apego personal. Basta leer una de sus máximas: “Los hombres y las mujeres no deberían estar ligados por un contrato como el matrimonio. Deberían estar unidos por el amor, pero deberían conservar su libertad. No se deben nada el uno al otro. Y la vida debería ser más móvil. Lo que debería ser la regla es sencillamente la mujer entrando en contacto con muchos amigos, el hombre entrando en contacto con muchas mujeres. Pero esto sólo es posible si el sexo se considera como algo alegre, juguetón. No es pecado, es disfrute. Y desde la aparición de la píldora ya no hay miedo de tener niños”.
La propuesta de Osho reivindica el derecho al placer sexual y busca darle un sentido “espiritual”. ¿Por qué el cristianismo y la Iglesia rechazan esto?
Porque para la antropología cristiana la sexualidad es la expresión del amor, el lenguaje con el que nos amamos, ya que somos alma y cuerpo. Ni la rechazamos como algo malo ni la adoramos como algo divino. Es algo bueno, porque ha sido creada por Dios, y por eso hay que saber vivir esa sexualidad de forma humana y humanizadora, no para hacernos daño.
El fondo de la crítica de Osho a la Iglesia parece ser al rasgo de ordenada, jerárquica y dogmática que ella contiene. Y propone la libertad individual como fundamento espiritual. Por favor, comente…
Osho, desde muy temprano, fue muy provocador en este tema y rechazó toda institución religiosa. No sólo la Iglesia: para él, todas las religiones son espurias, están podridas. En definitiva, dice que los creyentes no somos religiosos de verdad, que sólo somos loros que repetimos lo que dijo Jesús, sin movernos de ahí. La libertad que él propone aísla al individuo y lo deja solo, sin relación con una comunidad de fe.
¿Es Osho y su método un riesgo para la vida de fe de todo católico?
Las enseñanzas de Osho son claramente incompatibles con la doctrina cristiana. Y, más aún, yo diría que Osho y sus enseñanzas son un peligro para la humanidad. Fijémonos en algo que escribe, con hondas consecuencias morales: “Llegar a saber que nada es bueno, nada es malo, es un punto de inflexión, es una conversión. Has de empezar a mirar en tu interior. Entonces la realidad de fuera pierde su sentido. La realidad social es una ficción, un bello drama. Puedes participar en él, pero no lo tomes en serio. Es simplemente un papel que representar, un juego. Y eso es divertido, hazlo tan bien como te sea posible. Pero no lo tomes en serio, no tiene nada que ver con lo último”. ¿Qué pasaría si nos tomáramos esto en serio? Mucho cuidado con estas propuestas tan atrayentes y, en el fondo, tan peligrosas. Osho también ha destacado, como ya he dicho antes, por su concepción de la sexualidad, que acaba quitándole todo su valor, y por pretender destruir la familia, de la que escribió: “la familia ha muerto. Ha cumplido su misión. En el nuevo contexto de las cosas ha dejado de ser relevante”.
Fuente: Portaluz