¿Qué es el tablero “ouija”?

Publicado en: OCULTISMO

En muy raras ocasiones, muy raras, como dice Santo Tomás de Aquino, O.P., puede ocurrir que sean los demonios quienes se hagan pasar por espíritus de fallecidos…

 

 

El tablero “ouija” es un fraude y un engaño en la casi totalidad de las veces que se usa para contactar con alguna entidad espiritual. En rarísimas ocasiones, y fuera de las causas naturales, se puede suponer como medio de contactar y tratar con los demonios, nunca con los fallecidos. Si Dios no lo desea, no es posible comunicación alguna de los vivos con los muertos porque sólo Dios es el Señor de los vivos y de los muertos. Practicar la “ouija” es un pecado y está totalmente desaconsejado por la Iglesia.

 

Las razones de la aparición de la “ouija” y otros métodos de contacto con los muertos

 

En los países occidentales, durante el final del siglo XIX, se produjo un gran desarrollo de la ciencia y la tecnología industrial, surgiendo así dos corrientes antagónicas:

 

Por un lado, un cientifismo materialista y orgulloso de sus logros, considerando oscuro y mitológico todo pensamiento religioso, así como ingenuo e inculto. Consideraba al hombre como único dios de la creación, que él mismo empezaba a dominar y modelar. Dios era realmente el mismo hombre, y ahora empezaba a saberlo y a saborear su propio poder.

 

Y, por otro lado, las corrientes contrapuestas, que no claudicaban ante los desaires y la reclusión que querían imponerles los primeros, y que intentaban satisfacer los anhelos de trascendencia y ordenar sus creencias ante las nuevas ideas y avances. Avances que a veces se negaron, se rehuyeron o se condenaron, viendo en la primera corriente una nueva construcción de la torre de Babel, y con un final similar que profetizaban.

 

Sin caer en demasiadas simplificaciones y existiendo una mayor mezcla de ideas, a veces en la misma sociedad y las personas, son estas décadas momento, y por las mismas razones, de gran actividad en la búsqueda de ideas nuevas en religiones nuevas, ideas no cristianas, religión ésta desprestigiada también por las ideologías masónicas, fuertes e influyentes en estos años. Se trata de buscar un nuevo repertorio ideológico en religiones de Oriente. Son los tiempos de gurús asiáticos viajando por Europa y América y llenando auditorios, de viajes de occidentales a países remotos, como la India, buscando ideas nuevas esotéricas y escondidas, sabiduría perdida, esperando satisfacer la necesidad de un algo más allá de lo puramente material e inmediato.

 

Es el tiempo de las corrientes espiritualistas, las mezclas y sincretismos, el redescubrimiento de los cristianismos gnósticos, la dispersión y proliferación de formas nacidas del protestantismo clásico, especialmente en la nueva tierra americana, el nacimiento de los adventismos, el mormonismo, la Teosofía, la Ciencia Cristiana, y con ellos multitud de grupos y grupúsculos de cariz taumatúrgico, utópico, reformista, profético, milenarista, fundamentalista y literalista escriturístico,… toda una suerte de deseos de un más allá que la ciencia cientifista y materialista, cada vez más apabullante, negaba y ridiculizaba.

 

Su suele considerar que el espiritismo empieza a desarrollarse entre el año 1843 y1844 en América bajo el médium Andrew Jackson David, si bien en Alemania existió una fuerte expectación entre el 1829 y el 1846, donde tenemos a Frederika Hauffe, la famosa vidente donde el sonambulismo, el mesmerismo y la posesión y canalización con espíritus de difuntos era habitual.

 

Sin embargo, el punto álgido de extensión y dispersión por toda la sociedad del espiritismo es el año 1848, con epicentro en Nueva York a través de las hermanas Fox, Kate y Margaret. Y a partir de ahí no podemos dejar de nombrar a Allan Kardec, escritor y divulgador del espiritismo, y que en el 1857 publicó “El libro de los espíritus”, un auténtico “best-seller” de la época.

 

Todos ellos alentados por figuras como Emanuel Swedenborg, que hablaba de contactos durante el sueño y la vigila, así como relator de visiones con el mundo de los espíritus, ya en el siglo XVIII, o el mismo Franz Anton Mesmer, que en el siglo XVIII y XIX desarrolló la pseudo-ciencia del magnetismo, los fluidos corporales magnéticos, y que su seguidor James Braid extendería para desarrollar la hipnosis en el 1842, el juego de moda de occidente a partir de entonces en los salones de época y los teatros.

 

Es en este ámbito donde tenemos la proliferación de sesiones de espiritismo de salón de burguesía culta y descreída, que renegando de los postulados del cristianismo oficial, aunque a veces alentada por estas mismas creencias trascendentes, esperaba a través de los médiums, la canalización y los métodos de contacto con los muertos, encontrar demostraciones al mismo tiempo científicas para oponerse a la ciencia que afirmaba que nada había tras la muerte.

 

El tablero “ouija”

 

Nos encontramos por lo tanto en un momento privilegiado para que estos métodos de contactismo y mediumnidad en toda su extensión y variedad se difundan entre un público extenso en ideologías, creencias, y deseoso de conocimientos de todo tipo, crédulos algunos e incrédulos otros.

 

“Ouija” es un sustantivo formado por alargamiento o fusión de dos palabras, de igual significado y de distinta lengua, “oui” (“si”, en fránces), y “ja” (“si”, en alemán). Su aparición no es clara, aunque se ha venido atribuyendo a Elijah Jefferson Bond, por ser quien la llegó a patentar, quedando claro así el aspecto que tenía de ventas multitudinarias y de elemento científico-técnico, como antes decíamos. El año de la patente es el 1890.

 

Bond, junto con dos socios, William H. A. Maupin y Charles W. Kennard, crearon una empresa para vender los tableros, los cuales denominaron con el nombre actual, “ouija”, y remontaban hasta los egipcios, que en estos años, donde décadas antes Jean-François Champollion puso aún más de moda aquella civilización con sus descubrimientos lingüísticos, y que llegaba a trozos a Europa y América por mano de mercaderes de tesoros que vendían multitud de objetos expoliados, era el paradigma del conocimiento secreto y hermético.

 

El tablero “ouija” apenas ha variado, también debido a los derechos de la patente, que desde el 1966 posee la empresa de juguetes “Parker Brothers”, generadora de juegos tan famosos como el Monopoly, el Trivial Pursuit, el Risk o el Cluedo.

 

El tablero original de la “ouija” consta de las 26 letras del alfabeto inglés (desde la A hasta la Z) y los 10 dígitos numéricos (desde 0 al 9). Además, tiene la expresión “Good bye” (“Adios”), y las opciones “YES” (“SI”) y “NO” (“NO”). Símbolos de dos estrellas y un sol junto con una luna creciente junto a otra estrella enmarcan los cuatro ángulos del tablero de madera.

 

Las posteriores versiones son similares en casi todo. Algunas añaden la expresión “Hola”, o la expresión “Repite la pregunta. No la entendemos bien”, la expresión “¿?”, o los signos “+” y “-”, o incluso simbología mágica o satánica, como pentáculos, el 666, caras de monstruos y demonios, etc. Además, el sistema dispone de un anillo o corona circular que permite moverse por las diferentes letras y dígitos, palabras y expresiones, para comunicarse con los difuntos, espíritus diversos o entidades trans-materiales.

 

Con el tiempo han ido surgiendo una serie de leyendas de buen comportamiento en su utilización, como ser educado con los muertos, no hacerles perder el tiempo con preguntas absurdas, no insultarles, saludarles diciéndoles “hola” al empezar la sesión y “adiós” al salir, cerrar la sesión para que no quede abierta esa posible puerta con el más allá, pudiendo entrar cualquier espíritu o entidad a este mundo, etc. Además, se han ido generando otras reglas como el no jugar sobre una tumba de un fallecido reciente, o en un cementerio, o no jugar solo, sino siempre acompañado.

 

Algunas preguntas a la misma “ouija”. Experimentos sencillos

 

Analicemos a continuación el método de funcionamiento y lo que pretende lograr, y presentemos algunos experimentos.

Lo primero que vemos es que el movimiento se debe a una fuerza mecánica que actúa a través de los brazos de los participantes, que de manera conjunta se apoyan en el anillo o corona circular, en la variante más simple del sistema “ouija” antes expuesto, aunque a veces es un vaso.

 

El desplazamiento del anillo se debe al movimiento de los brazos de los participantes, donde reside el origen de la fuerza inicial. Los participantes son objetos instrumentales del movimiento, de tal forma que alguna entidad espiritual será quien mueva el anillo por medio de sus manos.

 

Algunas preguntas son: ¿es posible dejar el anillo suelo y sin tocarlo? Los experimentos muestran que no es posible, porque son los participantes quienes lo mueven a través de sus brazos y mano. No obstante, es otra entidad ajena a ellos quienes entonces obra por su brazo. Al final, lo que tenemos es un mecanismo de palanca que es susceptible de estudio, para ver dónde se ejerce la fuerza origen. La causa debe ser que un espíritu o entidad usa del cuerpo de los participantes y les mueve. ¿Podría entonces moverles a ellos al completo? ¿Quizás los pies? ¿La cabeza? ¿Todo el cuerpo en movimientos de torsión o desplazamiento? Por la misma razón podría hacerlo. No vemos por qué no.

 

Por lo tanto, ¿funcionaría igualmente si el sistema motor del anillo se debiera al efecto instrumental de los pies y los participantes no vieran qué signo señalan, sino que una cámara grabara lo que ocurre, el tablero, y los entes convocados movieran los pies de los participantes? Debería no haber cambios y obtenerse frases coherentes. ¿O acaso hay cambios y ya no salen respuestas con sentido?

 

Sería interesante también saber si el material del anillo cambia los resultados, o si cambiamos de objeto, sea un anillo, un vaso, un teléfono móvil, o cualquier otra cosa. Ver incluso cuánto peso de ese objeto, sea cual sea, puede mover la entidad convocada. Y calcularlo. Y ver cuánto pueden mover los participantes fuera de la sesión “ouija”, y comparar los resultados.

 

Otro experimento interesante sería ver si personas totalmente analfabetas y desconocedoras de los signos de letras y números posibilitaran comunicaciones coherentes. Ya que así sabríamos si el hecho de desconocer el alfabeto por parte de los participantes, simples canales o médiums, y por lo tanto no necesariamente conocedores de los signos de la tabla “ouija”, lleva a que se produzca un mensaje con sentido. Lo cual sería lo esperado, ya que son los propios espíritus o entidades quienes usan a los participantes de manera instrumental.

 

Por otro lado, como los espíritus de los muertos suponemos son tan inteligentes, al menos, como lo fueron de vivos, sería interesante darle la vuelta al tablero, y además de forma desordenada colocar los signos, un tablero desconocido en su ubicación de los signos por los participantes, y ello en una mesa de cristal transparente donde una cámara e investigadores vieran qué ocurre realmente, apuntando los lugares señalados por los participantes, que irían con los ojos vendados, y participarían en la sesión espiritista. ¿Saldrán frases y palabras con sentido? ¿El anillo apuntará a lugares donde hay signos o aparecerá en sitios del tablero incluso donde no hay signo alguno? ¿Acaso el espíritu no puede colocarse bajo la mesa y mover a los participantes de la sesión “ouija” ahora?

 

Y además, ¿cómo sabe el espíritu en qué lugar está cada letra? Entendemos que ver algo es usar de la luz visible, que incide tras reflejarse en un objeto, en el nervio óptico de un ser con capacidad visual. ¿Dónde reside el nervio óptico de dichos espíritus? Alguien podría decir que es el de los participantes, y que precisarían de ver las letras. ¿Es así? Si ese es el caso, los espíritus usarían los ojos, además de los brazos para contactar y hablar. Y los participantes, como instrumentos, no precisarían entender los signos de la tabla.

 

Este aspecto nos llevaría a usar a participantes que, por ejemplo, no entiendan el hebreo, y usar el alefato hebreo como signos en la tabla “ouija” para comunicarse con los espíritus, sin duda convocando a un espíritu que conozca el hebreo, pongamos el rey David, o cualquier judío que haya muerto, y a partir de ahí ver si el sentido de los textos son coherentes, tomando por ejemplo personas de un poblado del Amazonas o de una tribu africana de la seleccionemos personas sin conocimiento del hebreo, o simplemente personas cercanas de las que nos cercioráramos previamente de su desconocimiento de los signos de esta lengua semita. ¿Funcionará? ¿Habrá sentido en las respuestas de los espíritus?

 

Si los muertos usan a los participantes como instrumentos de comunicación, ¿funcionaría con animales? ¿No pueden los espíritus usar instrumentalmente a un animal? ¿Un mono? ¿Quizás una cucaracha que se paseara por el tablero desde un signo a otro? ¿No tienen poder los espíritus para hacer esto?

 

¿Podríamos en dos lugares alejados convocar al mismo espíritu en dos sesiones y esperar las mismas respuestas a similares preguntas en dos grupos de médiums diferentes y sin comunicación entre los participantes de cada grupo durante las sesiones? ¿Habrá coherencia e igualdad de respuestas? ¿O no?

 

En definitiva, y por no extendernos en lo que sería una batería amplia de experimentos y preguntas que hacemos no a los espíritus de los muertos, sino a la misma “ouija”, es claro que hay formas de estudiar con mucha simplicidad cuánto de cierto hay en este método para hablar con personas fallecidas, personas condenadas, o para contactar con ángeles, demonios o cualquier otra entidad. Y los experimentos que se han hecho siempre han dado la misma respuesta: cuando los participantes no pueden ver los signos que para ellos sean conocidos, no hay respuestas coherentes.

 

En mis análisis y pruebas como especialista en magia, nigromancia y satanismo, realizadas hace años con el tablero “ouija”, jamás he logrado conseguir un resultado positivo cuando he sometido las sesiones a pruebas simples como las expuestas, no consiguiendo nunca respuesta por parte de fuerzas externas de tipo alguno, al menos, y como digo, en todos los experimentos realizados por mí. Incluso a personas que decían que ellas sí lograban contactar con espíritus.

 

Entonces, ¿no hay nada de cierto en la posibilidad de usar el tablero “ouija” para contactar con fallecidos, espíritus o entidades del más allá?

 

La casi totalidad de las sesiones “ouija” son una pérdida de tiempo, y a veces dinero, en tanto que son un fraude y un engaño. Es fácil además creer que el anillo o el vaso se mueve solo, siendo un simple efecto de suma de fuerzas de cada uno de los participantes, que lleva a que cuantas más personas sean, más plausible sea la sensación en cada participante de que “yo no lo he movido, se ha movido solo”. Es la llamada “respuesta ideomotora”.

 

Tampoco es posible, si Dios no lo desea, contactar con los fallecidos. Es asunto sólo de Dios, el Señor de la vida y de la muerte, lo que nos atañe y compete tras nuestro fallecimiento. La esperanza y la fe como virtudes teologales han de ser nuestro amparo, confiando en Dios y rezando por todos los fallecidos.

 

Sin embargo, en muy raras ocasiones, muy raras, como dice Santo Tomás de Aquino, O.P., puede ocurrir que sean los demonios quienes se hagan pasar por espíritus de fallecidos, por medio de sugestiones y haciendo apariciones falsas de personas que han muerto. Así, podría darse que a través de la malsana curiosidad de los participantes en conocer el ámbito de los fallecidos o de los seres espirituales, a veces convocando a personajes sádicos, asesinos, e incluso demonios, que esperan poner a su servicio, estén permitiendo, y ello al margen del método del tablero “ouija”, mecanismo ingenuo para los ángeles malvados, con un acto de su voluntad, un deseo de presencia y convocación de demonios, los cuales nunca se verán sometidos ni por tableros “ouija” ni por conjuros o círculos protectores, talismanes o pentáculos, sino que a su libre arbitrio y voluntad manifestarán parte de su poder y maldad sobre los participantes de la sesión “ouija” que tanto deseaban que se manifestaran.

 

Por otro lado, la Iglesia siempre se ha opuesto a este tipo de prácticas.

 

Así, el Santo Oficio (24 de abril de 1917) dijo que no era lícito “por el que llaman médium, o sin el médium, empleando o no el hipnotismo, asistir a cualesquiera alocuciones o manifestaciones espiritistas, siquiera a las que presentan apariencia de honestidad o de piedad, ora interrogando a las almas o espíritus, ora oyendo sus respuestas, ora sólo mirando, aun con protesta tácita o expresa de no querer tener parte alguna con los espíritus malignos”.

 

Por otro lado, el documento de la Conferencia Episcopal de la Toscana, del año 1994, llamado “Magia y demonología”, dice que “en las sesiones de espiritismo los participantes y el médium (forma moderna de los antiguos nigromantes) se prodigan en la invocación de las almas de los difuntos (por ejemplo, presuntas grabaciones de voces de ultratumba); en realidad, introducen una forma de alienación del presente y realizan una mistificación de la fe en el más allá, generalmente con trucos, actuando de hecho como instrumentos de fuerzas del mal que los usan a veces para fines destructivos, orientados a confundir al hombre y a alejarlo de Dios.”

 

 

Referencias:

 

Vicente Jara, O.P.,”¿Es posible comunicarse con los muertos?”, Aleteia

Vicente Jara, O.P., Programa “Conoce las sectas” de radio María sobre el espiritismo (23-febrero-2013), Radio María España, http://info-ries.blogspot.com.es/2013/02/conoce-las-sectas-6×10.html

Vicente Jara, O.P., “El YouCat y sus contenidos sobre sectas, magia y esoterismo”, http://info-ries.blogspot.com.es/2011/08/el-youcat-y-sus-contenidos-sobre-sectas.html

 

 

Autor: Vicente Jara

Fuente: Aleteia