Este “filósofo” chileno lideró una importante secta esotérica. En cuanto a su concepción de las relaciones sexuales, Guerra explica cómo el IFH afirma que “en el momento de la unión sexual la pareja lanza al espacio ‘un relámpago electromagnético’, cuya eficacia está en razón de la calidad moral y espiritual de la pareja y atrae al alma correspondiente como imantándola.
El pasado 3 de febrero de 2018 falleció a los 83 años de edad el líder sectario chileno Darío Salas Sommer, fundador del Instituto Filosófico Hermético (IFH). Conocido también por el pseudónimo de John Baines –con el que firmó algunos de sus libros–, sus seguidores lo recuerdan como filósofo, científico y maestro espiritual.
Nacido en 1935, no se conocen muchos detalles sobre su vida, algo coherente con la realidad del grupo que fundó, como veremos a continuación. Según Mariano J. Vázquez Alonso, “las enseñanzas del Instituto encierran una radicalización y un determinismo extremos, muy propios del lenguaje tan categórico del señor Baines”.
Este autor explica, en su Enciclopedia del esoterismo, que Salas escribía “en un estilo dogmático que no deja resquicio alguno a la duda o a la necesaria investigación personal”. También dice que a los adeptos “se les adiestra, mediante un sistema de audición de cintas grabadas, para llegar a conseguir un pretendido desarrollo espiritual siguiendo al pie de la letra, como es habitual en todas estas asociaciones, las teorías del fundador”.
De la familia rosacruz
Manuel Guerra encuadra el IFH en el rosacrucismo, como una de las 23 sectas de esta corriente esotérica que analiza en su Diccionario enciclopédico de las sectas, y así también lo clasifica el sociólogo italiano Massimo Introvigne. En 1992, la Conferencia Episcopal de Chile, en un documento sobre el fenómeno de las sectas, incluyó al IFH en el apartado de “entidades herméticas y/o manipulacionistas”.
Se trata de un grupo que se autodefine como “hermético”, claramente en la línea de la tradición esotérica que dice basarse en el dios clásico Hermes (apodado también Trismegisto), cuya existencia como personaje real defienden los miembros del IFH. En sus escritos, el IFH se refiere a Hermes como “el hierofante egipcio que hace miles de años inició la corriente de esta filosofía genuina”.
El propio Darío Salas se inspiró, a la hora de asentar sus creencias y el propio grupo, en El Kybalión, atribuido a Hermes Trismegisto, un tratado del siglo XIX que resume las doctrinas herméticas.
Un grupo secreto e iniciático
Por lo tanto, no es de extrañar el carácter secreto de sus creencias y prácticas. Se trata de una secta de carácter iniciático. Los adeptos deben atravesar tres estadios: primer nivel, pre-logia y logia. Según explica Guerra, “en cada uno de ellos recibe lecciones teóricas de un monitor y ‘consejos prácticos’ (ejercicios de respiración y concentración, normas para el desarrollo de su voluntad, etc.)”.
Mariano J. Vázquez Alonso advierte, al inicio de su estudio del IFH, de que muchos de estos grupos se amparan “en los términos hermetismo u ocultismo para llevar a cabo actividades, a veces, incluso delictivas”.
Declaraciones de antiguos adeptos señalan diversos rasgos sectarios en el funcionamiento del IFH, algo que ha sido sistematizado sobre todo por O. Egené en una serie de artículos publicados por el medio digital argentino Tribuna de Periodistas en el año 2009.
Doctrinas aparentemente “cristianas”
Como todo grupo esotérico, el IFH asegura estar en posesión de la verdad, y en sus propios escritos se refieren al ocultismo “como una ciencia divina legada al hombre en una época remota por visitantes extraterrestres sumamente evolucionados”, y la obra del ahora fallecido Darío Salas supone “la verdadera entrada al camino de la sabiduría”.
En uno de los libros del fundador, El hombre estelar, leemos directamente lo siguiente: “el hermetismo es la Ciencia magistral del Universo, y llegó al planeta tierra en los tiempos de Lemuria, según lo afirma la tradición, traída por maestros extraterrestres, quienes pretendieron con ese acto trascendental, conceder al sapiens la posibilidad de una evolución superior, la cual, hasta ese momento, le estaba negada”.
Algunos elementos doctrinales son bastante significativos y muestran la distancia con la fe cristiana, algo común en el esoterismo occidental, que en muchas ocasiones emplea lenguaje cristiano pero cambiando su significado (así, las alusiones a la Biblia, Dios, Cristo, la Virgen María, el Anticristo, etc.).
Salas afirma que Dios “se desdobla en nuestros espíritus”. Así, el ser humano (su espíritu, no su cuerpo) es parte de Dios, y debe cooperar con el fin de perfeccionarlo y expandirlo, haciendo evolucionar la materia espiritualmente.
No sólo eso: Jesús y Cristo son dos personas distintas, y la persona divina Cristo se habría encarnado en la persona humana Jesús, que se habría iniciado en la filosofía hermética. Según el fundador del IFH, “Cristo es un ser superior que está en un punto de la escala evolutiva donde un ser humano podría tal vez llegar en millones de años de evolución”, e identifica a los arcángeles con extraterrestres.
Su visión del ser humano
Como explica Manuel Guerra, la secta “cree en la reencarnación de las almas, aunque no de todas, pues muchas no sobreviven a la muerte, sino que son reabsorbidas por ‘su fuente original o Gran Alma Universal’. Las demás almas permanecen distantes de la tierra en la altura proporcional al estado de conciencia adquirido en su anterior reencarnación”.
Para el fundador del IFH, el ser humano es una máquina sin voluntad propia ni libre albedrío. Cuando el adepto cobra conciencia de esta situación dramática es cuando puede iniciar el camino de perfeccionamiento, observándose a sí mismo y siendo consciente de sus acciones. Para ello es necesaria también la educación de la voluntad, incluso a través de ejercicios físicos que propone Darío Salas.
Otro elemento fundamental es el poder atribuido a la mente por el fundador: “todo es mente, el universo mental. He aquí la clave maestra que nos permitirá conocer todos los arcanos y penetrar hasta el corazón mismo del Gran Padre-Madre universal, o sea Dios. Consideremos la mente como la energía primordial o única de la cual todo nace… Es la esencia de todo lo que existe, sea esto animal, mineral u hombre”.
En cuanto a su concepción de las relaciones sexuales, Guerra explica cómo el IFH afirma que “en el momento de la unión sexual la pareja lanza al espacio ‘un relámpago electromagnético’, cuya eficacia está en razón de la calidad moral y espiritual de la pareja y atrae al alma correspondiente como imantándola. Orienta en el desarrollo de las ‘relaciones magnéticas’ entre el hombre y la mujer”.
Una de las fuentes en las que bebe doctrinalmente el IFH es la obra del maestro Krumm-Heller (también conocido como maestro Huiracocha), diplomático mexicano, masón y fundador de la Fraternitas Rosicruciana Antiqua y de la Iglesia Gnóstica, obispo gnóstico (y gran difusor del gnosticismo en Iberoamérica) y practicante de la “magia sexual”.
Situación actual y riesgos
Entre las prácticas del IFH, Manuel Guerra destaca las siguientes: “la meditación, la sanación, el autoanálisis, la relajación, un ayuno especial, algunos ejercicios que exigen un gran autocontrol y nervios de acero, etc.”.
Según lo que publica el propio grupo, está presente en Chile (con su sede central), Argentina, Colombia, Venezuela, Estados Unidos, España, Portugal, Italia, Bulgaria y Rusia. Hasta el momento de su muerte, todos los lunes el líder Darío Salas se dirigía por videoconferencia a sus adeptos de todo el mundo.
En un estudio sobre la difusión del esoterismo en América Latina, monseñor Boaventura Kloppenburg señalaba críticamente los puntos más discutibles de este tipo de movimientos, centrándose en el rosacrucismo: fanatismo por los maestros, intoxicación intelectual y embotamiento del sentido religioso.
Es algo común en la Nueva Era: doctrinas aparentemente inocuas y estrafalarias, como son las del IFH, afectan profundamente a las convicciones de las personas que las asumen y defienden (en muchas ocasiones sin necesidad de que haya un grupo de referencia con dinámicas sectarias) y a las relaciones familiares, llegando a darse rupturas y divorcios.
En el fondo hay una razón de un cierto elitismo espiritual: la persona que ha conseguido este “conocimiento” de verdades ocultas se encuentra en un nivel espiritual superior a las demás, y debe romper con las otras personas, aunque les unan vínculos familiares, para lograr su propio autoconocimiento, desarrollo integral o divinización.
Autor: Luis Santamaría del Río
Fuente: Aleteia