Sometidos por la Santería

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La Santería adora una fuerza central y creativa llamada Olodumare. De él procede todo lo que existe, y todo regresa a él. Olodumare se expresa a sí mismo en el mundo creado a través de Ashe. Ashe es la sangre de la vida cósmica, el poder de Olodumare hacia la vida, la fuerza y la justicia. Es una corriente divina que encuentra muchos canales de mayor o menor receptividad. Ashe es la base absoluta de la realidad.

 

 

El culto de la Santería y sus creencias se origina en la tribu Yoruba del África que emigró, esclavizada, a las Américas. Los yorubas vivían en lo que se conoce hoy como Nigeria, a lo largo del Río Níger. Tribu que en un tiempo tuvo una poderosa y compleja estructura organizada en una serie de reinos, de los cuales el más importante era Benín. Este duró por 12 siglos hasta el 1896.

 

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, los yorubas pelearon una serie de guerras con sus vecinos y entre ellos. Estas peleas internas y los ataques externos llevaron a la caída y esclavización del pueblo yoruba. Entre 1820 y 1840, la mayoría de los esclavos enviados desde Benín eran yorubas. Estos esclavos fueron llevados a Cuba y al Brasil a trabajar en las plantaciones de azúcar. Allí los yorubas eran llamados “Lucumi“, debido a su saludo “oluku mi“, “mi amigo”.

 

Las leyes españolas, al mismo tiempo que permitían la esclavitud, trataban de atenuar esa injusticia concediendo a los esclavos algunos derechos, al menos en teoría. Tenían derecho a propiedad privada, matrimonio y seguridad personal. También las leyes exigían que los esclavos fueran bautizados católicos como condición de su entrada legal a Las Indias.

 

La Iglesia trató de evangelizar a los negros lucumí pero las condiciones eran muy difíciles. Además de la escasez de sacerdotes, la barbarie de la esclavitud dificultaba que los lucumí comprendieran y aceptaran lo que se les enseñaba acerca de Dios. Las buenas almas que buscaban ayudarles y evangelizarlos eran de la misma raza que quienes les oprimían. El resultado fue que muchos aceptaron exteriormente las enseñanzas católicas, pero en su fuero interno se mantuvieron fieles a sus creencias, a la Santería.

 

Con el triunfo de la revolución comunista en Cuba en 1959, más de un millón de cubanos se exilaron en otros países (principalmente en USA, en Miami, New York y Los Ángeles). Entre ellos había líderes de este culto y creencias -santeros- que propagaron la Santería en sus nuevos ambientes.

 

Santería en América: sincretismo que une las creencias Yoruba y algo del Catolicismo

 

En sus esfuerzos por esconder y proteger sus creencias traídas de África, en particular las prácticas mágicas, los lucumís relacionaron sus deidades africanas (orishas) con los santos del catolicismo, dando así como resultado un sincretismo religioso conocido hoy como la Santería. 

 

La Santería adora una fuerza central y creativa llamada Olodumare. De él procede todo lo que existe, y todo regresa a él. Olodumare se expresa a sí mismo en el mundo creado a través de Ashe. Ashe es la sangre de la vida cósmica, el poder de Olodumare hacia la vida, la fuerza y la justicia. Es una corriente divina que encuentra muchos canales de mayor o menor receptividad. Ashe es la base absoluta de la realidad.

 

Creen que, antes de nacer, la vida de cada persona viene ya determinada desde Ile-Olofi, la casa de Olodumare en el cielo. Aquellos que no lo cumplen serán castigados por los orishas y deben reencarnarse hasta satisfacer el castigo.

 

Los Santos

 

Los católicos veneramos a los santos comprendiendo que son seres humanos que vivieron heroicamente su fe, murieron y están ahora en el cielo desde donde interceden por nosotros gracias a su participación en la gloria de Jesucristo.

 

Los santeros -guiados por sus creencias politeístas- tomaron la figura de los santos más populares en Cuba pero para ellos ya no representa al santo sino a un orisha lucumí. Estos son dioses creados por Olodumare para manifestar su voluntad y su esencia en la creación. Estos son una personificación de Ashe. Los orishas también son los guías y protectores de la raza humana. Hicieron lo mismo con cada advocación de La Virgen Santísima conocida en Cuba.

 

La identificación del orisha con la figura del santo a menudo tiene que ver con las vestimentas o las razones por las que el santo o la Virgen es conocida. Así Santa Bárbara, vestida de rojo y con espada en las imágenes católicas (símbolos de su martirio), lo identifican con el dios shangó, guerrero a quien se le atribuye la fuerza.

 

Un practicante de la Regla de Ocha (como se llama a la Santería en Cuba) no venera a Santa Barbara, La Virgen de Las Mercedes o La de la Caridad del Cobre, él le rinde tributo a Shangó, Obatala y Oshún, porque esos son sus orichas. 

 

Tabla de orishas con su respectivo santo católico

 

 

Según la Santería, la vida de cada persona está supervisada por un santo (orisha) que toma parte activa su vida diaria.  En la fiesta de su santo, la persona, debe asistir a misa y a las ceremonias de ese orisha. 

 

La iniciación

 

Antes de su iniciación la persona debe recibir una “limpieza” para purificarse. La primera iniciación es la de los collares, conocidos como “elekes”.

 

Al iniciado se le entregan cinco collares que pertenecen a los orisha Eleggua, Obatalá, Shangó, Yemayá y Oshún y protegen del mal.  Se espera que la persona respete a los orishas y se comporte con moral.

 

La jerarquía

 

No todos los practicantes de la Santería son santeros.  Este nombre suele reservarse a los sacerdotes (omo-orishas) de la Santería a quienes acuden los creyentes para consultas y sacrificios.

 

La ceremonia en la que una persona se hace santero se llama “asiento”. Se forma un vínculo entre el santero y un orisha. Después de haber recibido el “asiento” la persona puede ascender en la jerarquía de la Santería. Pasan entonces por el rito del cuchillo que les permite hacer sacrificios de animales.

 

Los sacerdotes de mayor jerarquía se llaman “babalaos”. Hacen de adivinos de modo que si hay un caso muy difícil para el santero este acude al “babalao”.

 

Las adivinaciones son para conocer el futuro o para descubrir alguna maldición o si a la persona se le ha pegado un espíritu maligno o bueno.  En caso de espíritu maligno, el santero procede a hacer “limpieza”. Si el espíritu es bueno, hay que reforzarlo.  Para la adivinación los santeros utilizan diferentes formas de interpretar un oráculo:

 

  • Una cadena de medallones que el babalao tira sobre su mesa. El oráculo se lee de acuerdo con como caigan los medallones.
  • Una bandeja de madera llamada “ifa” sobre la que se echa un polvo (eyero-sun).  Con un cuerno el babalao traza líneas y ceros para componer el oráculo.  Se pretende descubrir la presencia de fuerzas en torno a la persona y la naturaleza buena o mala de ellas.
  • Un tipo de adivinación es el “ikin” en el que tres babalaos usan 16 cocos para hacer adivinaciones.

 

Los sacrificios (ebbo)

 

A los orishas hay que ofrecerles sacrificios (“ebbo”) lo cual necesitan para vivir. Puede ser fruta, vela, comida, un sacrificio, etc. El orisha consume el ashe invisible liberado de los sacrificios a través de una consagración (palabras sagradas de dedicación).

 

Cada orisha tiene unas hierbas y animales que le gusta consumir y solo estas cosas que disfruta el orisha son las que se deben sacrificar. La sangre y las hierbas se vierten sobre piedras rituales que representan a cada orisha y que contienen la esencia espiritual de los orishas. Por eso la Santería requiere de tiendas llamadas “botánicas” donde se venden las hierbas y otros objetos de la religión.

 

Hay tres tipos de sacrificios de animales:

 

  • Para limpiar de un mal o una maldición
  • Al orisha pidiendo su asistencia
  • Para la ceremonia de iniciación en una de las órdenes de la Santería.

 

Antes de que un “ebbo” pueda ser ofrecido se debe invocar el “eggun” o “Eleggua”, los cuales son los espíritus de los ancestros, ya sea de la persona o de la familia santera a la que pertenece.  Eleggua es el orisha que lleva la ofrenda a los otros orishas y por eso debe honrársele primero.

 

Cómo entender la Santería

 

En los cinco años que fui capellán en la Ermita de la Virgen de la Caridad en Miami, tuve oportunidad de evangelizar a muchos santeros que venían pensando que visitaban al dios Oshún. Generalmente no tenían entendimiento de Jesucristo como Salvador, ni de la necesidad de conversión. Al no tener conocimiento de la revelación cristiana no veían conflicto entre ser católicos y santeros.  

 

Las personas suelen entrar en la Santería buscando resolver un problema. Por ejemplo, una enfermedad, la infidelidad de un esposo, problemas económicos, etcétera. Se les ha dicho que el santero tiene contactos especiales con el más allá y poco se preocupan si ese contacto es con Dios o con el demonio, con tal que les dé resultado. En algunos casos, la persona ha tratado de resolver el problema recurriendo a Jesús y a su Iglesia, pero no les ha “funcionado”.  He escuchado muchos testimonios en que dicen haberlo probado todo antes de entrar en la Santería. No dudo que eventualmente sientan una experiencia de Dios, pero en la santería no encontrarán la revelación de Dios que nos ha dado todo su amor en su Hijo Jesucristo.  

 

Una vez iniciado a la Santería, se le dice que debe seguir para obtener mejores resultados. El santero va tomando control de la persona hasta que el miedo la gobierna.  Se le dice que, si se separa, algo muy malo va a sucederle. El Santero se va convirtiendo en un personaje indispensable que domina toda la vida y del cual no hay salida.  En esto es parecido a la relación con la mafia.

 

Es natural que se busque resolver problemas, pero el auténtico encuentro con Dios no se puede centrar sino en el amor de Dios y en hacer la voluntad de Dios por amor, aunque requiera abrazar la cruz. Dios es un Padre bueno que nos dará la fuerza para llevarla. Esa confianza, aunque no comprendamos sus designios, es la base de nuestra fe cristiana. La obediencia muchas veces requiere abrazar grandes problemas por amor. 

 

Mateo 7, 21: “No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.”  Jesús mismo nos da el mejor ejemplo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Lucas 22, 42).

 

He aquí la radical diferencia: Cristo nos invita a negarnos a nosotros mismos y abrazar la cruz por amor obediente a Dios, la santería busca los poderes divinos para resolver problemas y el santero se va enfrascando en mundo espiritual que exige ciertos ritos para asegurar su bienestar. Quien es ese dios que proporciona seguridad no tiene aparente importancia para el santero. El cristiano vive en el Espíritu Santo, el santero se somete a otros espíritus.

 

El relativismo de la santería queda ilustrado en una carta que me escribió un babalao: “No lo trate como anatema o herejía, trate de comprender a las gentes que van de rodillas el día de San Lázaro ante Babalú-Aye para pedirle salud. Esas gentes son tan dignas de nuestro amor y comprensión como lo son los que van ante la Virgen de Guadalupe o El Cristo de Medinacelí. Trate de abrir su mente y su corazón hacia esas gentes y no las trate con desprecio y sorna, no se lo merecen aunque le recen a Yemayá o a Obatalá, al fin y al cabo tienen las misma fe y la misma necesidad que los que van a rezar a la Virgen de las Mercedes o a la Virgen de Regla…”

 

Es precisamente por amor que anunciamos a los santeros el amor de Dios en Jesucristo. Ciertamente que son dignos de amor y comprensión. Por eso son dignos de que se les diga la verdad sobre el amor perfecto: Cristo.  

 

Quien ha estado en Santería necesita mucho amor y apoyo de la comunidad cristiana para librarse del miedo y de la ansiedad.  Hay que insistirle en Dios amor que viene a salvarnos, que tiene todo poder para defendernos.  Hay también que explicarle que por amor estamos dispuestos a ser fieles y obedecer sus mandamientos, aunque tengamos que sufrir hasta la muerte. 

 

Cuando ha aceptado salir de la santería, es necesario que se le exhorte a no guardar ningún amuleto ni artículo relacionado con la santería, ya que frecuentemente se sienten que no pueden soltarse del todo por miedo a castigos. Debe confesarse y se debe orar por él. Recomendamos que el sacerdote ore por liberación de cualquier espíritu maligno y le ayude a renovar su compromiso bautismal. Además, la persona que sale de la santería necesita una catequesis completa y el apoyo para incorporarse a la comunidad cristiana.

 

Ante toda esta realidad de lo oculto, no podemos mas que orar y sacrificarnos por todos aquellos que se encuentran atados y engañados por el demonio. Pidamos a la Santísima Virgen María que interceda por toda la humanidad trayendo las gracias de conversión a todos los hombres.

 

Bibliografía:

 

  • González-Wippler, Mingene. Santería: the Religion, New York: Harmony Books, 1989.
  • Murphy, Joseph M. Santería: an African Religion en America. Boston: Beacon Press, 1988.
  • Steffon, Jeffrey J. Satanism, is it Real? Ann Arbor: Servant Publications, 1992.

 

 

Autor: P. Jordi Rivero

Fuente: Corazones.org