Se calcula que más de 30.000 niñas viven atadas a un sacerdote-fetiche sirviendo de objeto sexual con la excusa de aplacar a los espíritus. En un informe titulado “Las Niñas Olvidadas”, elaborado por la Sociedad Anti-Esclavitud, se denuncia la existencia de esclavas religiosas en el oeste de África y se asegura haber encontrado a niñas de ocho años a las que se fuerza a realizar brutales actos sexuales. Son esclavas en todo el sentido de la palabra.
Cuando en nuestros ambientes culturales decimos que una cosa produce “Yuyu”, queremos significar “temor”, “espanto” o “miedo”. ¿De dónde proviene esa sensación? Es una derivación de la magia negra del Vudú, rito practicado principalmente en Nigeria, que se utiliza para el sometimiento de las personas.
Así, continuamente nos llegan noticias de mujeres nigerianas sometidas por las mafias nigerianas, mediante este rito. Muchas de ellas, mujeres y niñas, fueron engañadas en su país de origen con falsas promesas de trabajo, previo el rito correspondiente, y después, ya en Europa o en Asia, obligadas a prostituirse.
Les toman muestras de sus uñas o de su vello púbico y ante el altar de sus loas (jerarquías espirituales) les ofrecen el sacrificio de animales. Los proxenetas custodian estas pertenencias en botellas de plástico, junto con las cenizas del ritual como garantía de que se cumpla el pacto. Si se rompe este vínculo de por vida, que se ha creado, tanto sus vidas como las de sus familias corren grave peligro.
Hay que recordar que estas mujeres, algunas de ellas muy jóvenes, creen a pie juntilla en estas creencias ancestrales que las aterran.
Cuando estas mujeres conocen la realidad a las que son sometidas es demasiado tarde, ya que los traficantes les exigen la devolución del importe del viaje, una deuda desorbitada que puede rondar en 50 o 60.000 euros. Como no pueden asumir la deuda, se ven obligadas a aceptar las vejaciones a las que son sometidas.
¿A qué se debe ese pavor por el Yuyu Vudú?
La religión Vudú se originó en el área cultural de África Occidental en tiempos prehistóricos. Se trata de una variante teísta de un sistema animista de creencias, provisto de un fuerte componente mágico. Por su vinculación directa con la cosmología y los sistemas de creencias neolíticos, su estudio resulta de gran interés en el campo de la Paleoantropología. El Vudú se cuenta entre las religiones más antiguas del mundo, a caballo entre el politeísmo y el monoteísmo.
El tráfico de esclavos hacia América produjo un fuerte fenómeno de sincretismo entre esta religión arcaica y las creencias cristianas de los esclavistas, así como con las religiones nativas de los lugares adonde se transportó a los esclavos. De aquí surgiría el Vudú haitiano y un gran número de derivativos: la Regla de Ocha o Santería en Cuba, el Candomblé, la Umbanda y Kimbanda en Brasil, etcétera. Algunos de estos derivativos han llegado a Europa en décadas recientes, sobre todo de la mano de emigrantes retornados. Por tanto, estamos ante una religión seguida por muchos millones de personas en todo el mundo y en los países africanos donde germinó (Nigeria, Benín, Togo y Ghana) convive armoniosamente con el Islam y el Cristianismo.
Para el Vudú la meta principal no es la salvación de las almas, sino encontrar con la ayuda de los loas la solución inmediata a problemas cotidianos.
El Vudú no propone dogmas ni tiene textos sagrados; lo que quiere es orientar a sus devotos a encontrar un equilibrio entre lo natural y lo sobrenatural, así como entre las fuerzas del bien y del mal en la vida diaria. Según el Vudú, los loas ayudan a la gente a cambio de ceremonias rituales, ofrendas y sacrificios en su honor.
Los compromisos del adepto con el loa son ineludibles porque, de no cumplirlos, se expone a la pena de severos castigos. Así, nos movemos en un mundo mágico, que en el caso del Yuyu, se trata de magia negra.
Esclavitud sexual
Otro de los más impresionantes ejemplos de esclavitud sexual es el que se está desarrollando en varios países de la costa oeste del continente africano.
En Ghana (independizada del Reino Unido en 1957), Togo (independizada de Francia y el Reino Unido en 1960), Benin (independizada de Francia en 1960) o Nigeria (independizada del Reino Unido en 1960) han reaparecido las llamadas esclavas religiosas.
Se calcula que más de 30.000 niñas viven atadas a un sacerdote-fetiche sirviendo de objeto sexual con la excusa de aplacar a los espíritus. En un informe titulado “Las Niñas Olvidadas”, elaborado por la Sociedad Anti-Esclavitud, se denuncia la existencia de esclavas religiosas en el oeste de África y se asegura haber encontrado a niñas de ocho años a las que se fuerza a realizar brutales actos sexuales. Son esclavas en todo el sentido de la palabra.
Hoy en día, en varios países de África niñas y adolescentes son ofrecidas en forma de sacrificio voluntario por sus padres a personajes a los que se considera sagrados y que, una vez en poder del sacerdote, se las utiliza para efectuar agotadoras tareas domésticas e indignantes servicios sexuales.
Ante la esclavitud sexual, algo empieza a moverse en positivo. En marzo de 2018, Ewuare XI, líder del Reino de Benin, en el estado nigeriano de Edo, invocó maldiciones sobre los sacerdotes (houngans) y sacerdotisas (mambos) que realizaban rituales de yuyu.
De este modo el llamado oba de Benin, título que deriva de la lengua yoruba, importante grupo étnico de África, y que significa rey o gobernante, espera que la prohibición de la magia negra suponga una nueva era para la justicia en la lucha contra el tráfico de personas en el país.
Autor: Jose Luis Vázquez Borau
Fuente: Aleteia